Constantemente recibimos comentarios o llamadas en las que padres o madres de bebés cardiópatas relatan su preocupación por el bajo peso de sus hijos o porque presentan dificultades para comer. Por eso, en este artículo te compartimos algunos consejos sobre nutrición y alimentación para bebés con cardiopatías congénitas.
Problemas fisiológicos y alimentación
Existen factores fisiológicos en los niños y niñas que tienen una cardiopatía congénita que pueden dificultar su normal alimentación y desarrollo.
En ocasiones, la insuficiencia de su sistema cardiovascular puede hacer que el bebé desista de mamar, por un exceso de cansancio. Algunos incluso devuelven lo poco que han comido o no son capaces de coordinar su respiración al comer. Esto se debe principalmente a la mayor demanda de oxígeno que requiere su organismo.
Además, algunos bebés que son operados justo después de nacer y comienzan a recibir alimento por vía nasogástrica. Esto puede provocar que no desarrollen su instinto para succionar y podrían presentar problemas al comenzar su fase de lactancia de forma tardía.
Todos estos problemas de nutrición y alimentación para bebés con cardiopatías congénitas podrían solucionarse si se corrigiese quirúrgicamente la cardiopatía, pero muchas afecciones no pueden solucionarse con una única intervención, por lo que la niña o el niño tiene que convivir con ella durante varios años de su vida.
Nutrición y crecimiento
La lactancia es esencial para el desarrollo físico y mental del bebé. Sin embargo, los problemas fisiológicos explicados antes, unidos al mayor consumo de energía que tiene el corazón de un bebé cardiópata, hacen que tarde más en ganar peso que las niñas y niños sanos de la misma edad.
Varios estudios afirman que casi mitad de los pacientes con esta afección padecen algún grado de desnutrición y, en consecuencia, un retraso en su desarrollo.
Las madres y los padres suelen pesar y medir a sus hijos en casa o en la farmacia, pero en casos de niños con cardiopatía congénita es diferente. Lo recomendable es que sea el pediatra, el cardiólogo pediátrico o personal sanitario cualificado quien lleve el control del peso y la talla del bebé. Esto es relevante porque se debe prestar atención a los problemas que pudieran surgir en torno a la nutrición y alimentación de estos bebés.
La alimentación del bebé cardiópata
Un bebé recién nacido con diagnóstico de cardiopatía congénita puede ser alimentado mediante pecho, biberón o sonda nasogástrica.
La primera opción es la más natural y recomendable, ya que cumple otras funciones como la creación de vínculos afectivos entre madre e hijo o el refuerzo del sistema inmunológico del lactante. Además, para el bebé es mucho más fácil tomar el pecho que el biberón.
Si el bebé es operado justo después de nacer, la madre tendrá que sacarse leche artificialmente durante las primeras 24 horas para garantizar el suministro más adelante y evitar que los pechos dejen de producirla.
Sin embargo, en algunas ocasiones, por enfermedades de la madre o por motivos psicológicos, sociales o laborales, no se inicia la lactancia materna o se interrumpe precozmente, y hay que recurrir al biberón.

A pesar de ser más complicado para el bebé succionar de un chupón de silicona, este método alternativo también tiene sus ventajas, una de ellas es la facilidad de control de la cantidad de alimento que el bebé ingiere.
Algunos bebés que padecen cardiopatías congénitas necesitan una alimentación complementaria mediante sonda nasogástrica. La sonda es un tubo que se introduce en la nariz y llega hasta el estómago.
Si el niño necesita alimentación complementaria durante mucho tiempo, se puede utilizar una sonda gástrica conectada quirúrgicamente a su estómago o un tubo de jejunostomía, unido también quirúrgicamente, pero directamente al intestino.
Aunque el bebé se alimente por sonda, es importante no suspender la alimentación por vía oral, ya que el niño debe habituarse a las diferentes texturas y sabores, además de desarrollar su actividad motora oral. En caso contrario, es probable que el niño pierda el interés por la alimentación.
Conservar la calma
La aspiración es que amamantar a un bebé sea un momento de armonía y felicidad. Sin embargo, si al niño o niña le cuesta comer o se niega a hacerlo, las madres pueden sentirse frustradas. Además, la preocupación por la supervivencia de su hijo genera mucha ansiedad. Las madres pueden sentirse rechazadas por su hijo o pensar que no le gusta su comida, sintiéndose apenadas o culpables.

El apoyo de un terapeuta para el manejo de un bebé cardiopata es sumamente importante. Por ello en el Programa Kardias se ofrece un acompañamiento integral para las familias.
Fuente: Corazón y vida